Hola, en este post voy a contar qué es la conducta de apego en los bebés y niños pequeños y así, aclarar algunas dudas. Basado en estudios de los infantes desde un punto de vista práctico.
Antes de comenzar quisiera matizar que cuando hablo de niño o hijo, por supuesto incluyo que puede ser niña o hija, es decir, toda la descripción es válida para ambos sexos. Por otro lado, añadir que al mencionar a la madre, me refiero a la persona adulta que realiza esa función materna para ese infante.
En una ocasión escuché una cita muy interesante que dice: “Los hijos deben marcharse libres como los peces en el mar o las aves en el cielo, mientras los padres sigues siendo costa a la que vuelven por azar”.
En general, por mi experiencia, a las madres y padres les cuesta entender el trasfondo de esta poesía.
¿Qué es la conducta de apego?
La conducta de apego es la forma de acercamiento emocional que el bebé o niño durante el primer año de vida manifiesta hacia la madre o como ya he comentado figura que realice la función materna.
El niño, a través de esta conducta mantiene un control sobre el “objeto”, que es el “objeto materno”.
Esta conducta de apego también la podemos observar en los animales, aves o mamíferos. Pero es interesante recalcar que, así como en los animales se da de una manera innata o automática, en los humanos además interviene un factor psicológico, que corresponde a cómo se maneja el ser humano, desde su nacimiento, con su entorno.
Esta conducta afectiva o el apego no es uniforme, varía de día a día, de hora en hora y de minuto a minuto. Por consiguiente, es preciso examinar las condiciones que activan el proceso o que activan esa conducta. Y, cómo ponerle fin a una conducta que, cuando es mayor de lo habitual o se extiende demasiado en el tiempo, se vuelve patológica.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que durante la infancia y la niñez se producen grandes cambios en el modo que se organizan los diferentes sistemas que determinan la conducta de apego.
Antes de analizar esto, quisiera hablar del papel de la madre en esta interacción; ya que, cuando hay una mayor distancia o una mayor proximidad de la adecuada, se pueden sugerir movimientos que pueden resultar sanos o menos sanos.
Cualquiera puede observar cómo se comporta una madre con su bebé de 1 o 2 años. A lo largo de un periodo de tiempo, se podrá advertir que cada uno de ellos pone de manifiesto pautas de conducta muy diferentes. En tanto, que algunas conductas del sujeto contribuyen a aumentar o mantener la proximidad entre madre e hijo; muchas de estas conductas son de un tipo completamente diferente. Algunas no tienen relación con la proximidad de la madre: esta puede estar realizando otras actividades y el niño puede estar jugando o pululando por la casa o haciendo alguna trastada.
También hay conductas opuestas a la búsqueda de la proximidad. En algunas ocasiones, por lo general poco frecuentes, la madre o el niño pueden sentirse tan irritados o coléricos, que actúan de tal forma que aumenta la distancia entre ambos: en vez de unirse, se distancian. El mantenimiento de esta proximidad, por lo tanto, puede tener infinitos resultados e infinitos problemas interactivos. Sin embargo, es sumamente improbable que un día cualquiera la distancia entre madre e hijo exceda un máximo determinado. En algunos casos es la madre quien toma esa iniciativa llamando al niño o yendo donde está él, en otras será el hijo el que toma la iniciativa de volver corriendo hacia la madre, o rompiendo a llorar, por ejemplo.
Por lo tanto, existe un equilibrio dinámico en la diada madre e hijo, a pesar de que buena parte de sus conductas son incoherentes, tanto en la madre como el niño, alguno de los dos compite entre sí, y, otras veces, resultan mutuamente incompatibles, se oponen una conducta a otra conducta. Por lo general, la distancia entre el pequeño y la madre se mantiene dentro del límite estable.
A los efectos, para comprender de qué manera sucede esto, hay que tener en cuenta cuatro tipos de conducta:
- Conducta de apego del niño, ¿qué clase de apego tiene?
- Una conducta del niño antiética del apego (lo antiético es una conducta exploratoria)
- Una conducta de atención a la madre
- Una conducta materna antiética de los cuidados parentales
Antiético es lo antinatural. De acuerdo a la familia, así va a responder la conducta de la madre o la conducta del niño. Cada una de estas conductas varía en intensidad, por supuesto de un momento a otro y durante un tiempo.
También, lo que puede ocurrir es que no se registre en absoluto esta clase de conducta. Esto es debido a que sobre estas conductas suelen influir otros factores externos, como la presencia o ausencia de terceros. Es decir, una situación es que la madre y el niño estén solos y otra es que, por ejemplo, aparezca el padre, que suele ser lo normal o la tía, la abuela, el abuelo y ya la conducta de apego, varía.
Por consiguiente, cuando la madre suele inducir la conducta afectiva del hijo, en tanto, la conducta exploratoria de este, se inhibe. Es decir, cuando la madre se acerca al hijo, el niño deja de lado su conducta exploratoria. Por el contrario, cuando el niño va demasiado lejos en sus ensayos exploratorios, ahí es cuando la madre suele prestarle atención y, por consiguiente, provoca la inhibición de esa conducta exploratoria. En definitiva, el acercamiento de la madre inhibe la conducta exploratoria al inferir antiéticamente en esta conducta exploratoria.
La conducta afectiva del niño encuadra los cuatro puntos que se han citado anteriormente. Los dos primeros son inherentes al pequeño y los dos siguientes pertenecen a la madre.
Por lo tanto, es de suma importancia cómo se desarrolle, se perciba y se elabore este proceso, ya que va a influir en como el niño o niña se va a relacionar en el futuro con lo “otros” cuando llegue el momento de la sociabilización, de entablar amistades, de buscar pareja, de trabajar en equipo y en definitiva, en todas las situaciones de relación con el mundo externo.