Investigaciones con mujeres embarazadas han llegado a conclusiones, en las que, cuando reciben apoyo psicológico durante la gestación, los resultados obstétricos mejoran considerablemente.
Por lo tanto, mi trabajo como psicóloga perinatal, será favorecer la mentalización de la vivencia subjetiva del embarazo en la madre, y cómo esta influye en el desarrollo físico y psíquico del feto.
La Maternidad
El concepto de maternidad no ha tenido el mismo significado a lo largo de la historia.
En la antigüedad la palabra maternidad no existía ni en griego ni en latín, pero si estaba muy presente en la mitología y en la cultura griega, la “Madre”.
Las múltiples diosas griegas como Atenea, Artemisa, Hestia, Afrodita o Deméter representan funciones femeninas, complejas y multifacéticas.
La idea de lo místico en el concepto de “madre” trasmitido durante siglos, ha contribuido a que esta dimensión de la experiencia del ser humano haya sido sellada y dejado huella en la subjetividad femenina. A la maternidad se le otorga la responsabilidad, además de engendrar y criar, de la preservación de la condición humana.
La maternidad es una construcción cultural, y no un “hecho natural”. La maternidad ha sido utilizada por varios autores como una justificación de la identificación relacional de las mujeres. Ser madre excede el hecho biológico y tiene un significado a nivel social, cultural, histórico y psicológico.
Con el devenir de la historia el significado del instinto materno y el amor maternal, se pondrán en duda y tal vez no esté profundamente inscrito en la naturaleza femenina. Autoras recientes desmontan el mito de “instinto maternal” y cuestionan la realización plena de la mujer mediante la experiencia de la maternidad aludiendo a que el amor maternal es un fenómeno psicobiológico, ambiguo y ambivalente.
No tiene sentido procrear, si la madre no concluyera su obra garantizando hasta el fin del embarazo la supervivencia del feto y la transformación del embrión en un individuo acabado. También hay que tener en cuenta que a la madre se la concibe en cuanto a la triada: madre, padre e hijo y las interrelaciones entre ellos.
Estas relaciones han sido influidas a lo largo de la historia por la filosofía, la teología, la medicina, la literatura o el arte, entre otras disciplinas, y han evolucionado considerablemente hasta nuestros días.
Si la maternidad es para la mujer la fase de una gran parte de su desarrollo psicoafectivo, el maternaje, podría definirse como el conjunto de procesos psicoafectivos que se desarrollan e integran en la mujer en ocasión de su maternidad. La maternidad es una crisis existencial e identitaria y concierne al
pasado de la madre y a su futuro. Por ello, si la madre está presente físicamente, pero no psíquicamente, se crea una huella negativa en el embarazo, que se trasmite al bebé y vuelve durante el primer año de vida del bebé y reiteradamente a lo largo de su vida en forma de enfermedad.
En las sociedades occidentales posmodernas y posindustriales han surgido diferentes fenómenos que influyen en la historia de la maternidad, como son los estados de bienestar y el crecimiento de las ciencias biológicas.
La Relación Materno-Fetal
La vinculación madre-hijo comienza a formarse en el embarazo y está afectado por factores interpersonales y ambientales de la madre, como pueden ser el apoyo social y la relación de pareja o cómo la madre fue criada por sus propios padres y el tipo de estilo parental que recibió .
El término “transparencia psíquica” alude a la necesidad de revisar y comprender los vínculos primarios de la madre, para poder vincularse afectivamente con el recién nacido. Siendo la transparencia psíquica un resurgir de los recuerdos del pasado.
La etapa prenatal es decisiva, ya que puede llegar a ser muy traumática. El feto es capaz de sentir, percibir, registrar hechos y reaccionar ante ellos a nivel celular en etapas muy precoces de su desarrollo.
Según diferentes estudios, el útero no es esa caja fuerte y tan protectora que se creía para el feto, ya que este es plurisensorial y además de tener memoria, almacena recuerdos.
Llegaron a conclusiones, como que primero se manifiesta la sensibilidad táctil; luego la química, a través del gusto y el olfato; después la vestibular y, por último, la visual.
Parece que esta experiencia intrauterina del feto, determinará en gran parte su desarrollo mental y emocional y, por lo tanto, tiene todos sus sentidos funcionando desde mucho antes del nacimiento. El feto no es un ser pasivo como se pensaba y el útero no es un lugar silencioso ni aislado del mundo.
Diversos estudios biológicos realizados en diferentes lugares han confirmado que el estrés materno puede producir aborto espontáneo, parto prematuro, bajo peso y condicionar el desarrollo emocional, conductual y cognitivo del niño.
Además, el grado de vinculación afectiva podría estar determinado por el grado de satisfacción con la pareja, donde un ajuste afectivo de la pareja va a influir en el desarrollo biopsicosocial del bebé en su vida extrauterina. La vivencia del embarazo, no solo en la madre, sino también en el padre, se caracterizan por fantasías y expectativas hacia el hijo por nacer.